Estremecimiento…

Estremecimiento… un temblor interno de… No, un temblor no, un terremoto… Un terremoto de confort, de placer, de compasión, de satisfacción… Una celebración orgánica… Una señal tan fuerte manifestada por mi propio cuerpo cuando sentí que el grupo encontraba un punto de encuentro durante el conflicto, una resolución temporal…

Sucedía tras varias intervenciones que fueron elevando el tono de la discusión, en un momento de elderazgo de alguien, al que siguió una explosión colectiva de asentimiento, de “así sí”, “eso sí”, “eso es lo que queremos”, de cuerpos que se relajaban y se recolocaban acercándose con la mirada, el gesto, la postura… Como si de repente la mayoría de personas que estaban en la discusión (desde sus roles) se conectaran tan fuerte a un centro común que hubiera habido una explosión en la sala que incluso les recolocaba físicamente.

La explosión derrumbaba estructuras inservibles, creencias limitadoras… y parecía iniciar el camino de la rehabilitación, preparando el solar sobre el que el que construir lo nuevo que el grupo necesitaba.

Viví este momento con una emoción contenida, experimentando el estremecimiento de mi cuerpo como el gozo que se siente al asistir al nacimiento de una nueva vida, a un parto feliz, a un precioso acto creativo grupal.

Había sido invitado como observador/oyente a esa reunión, con la premisa de poder dar alguna opinión como facilitador al grupo más tarde, por lo que no pude compartir mis sensaciones hasta entonces.

Estoy contento de haber experimentado aquello y de aprender a moverme entre las distintas escalas, fractales, mundos… de experimentar, buscar y reconocer las señales… Y si nada de esto es como lo interpreto… no pasa nada: “…atento al feed-back…”.

 

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