Publicado en Natu, nº 5. Invierno 2019.
En Venecia, especialmente, era fácil ocultar la miseria: los tugurios se hallaban ocultos y alejados, en callejones interiores, donde nunca los veían los ocupantes de las góndolas. Jamás, desde entonces, ha alcanzado la plutocracia un éxito tan completo y perfecto. Bertrand Russell. Elogio de la ociosidad y otros ensayos.
La ciudad, un lugar de vida y actividad diversa, por antonomasia. Vivimos esa ciudad aparentemente soñada, pensada y diseñada para satisfacer nuestras necesidades, rutinas y excepcionalidades cotidianas (trabajar, desplazarnos, vender, comprar, divertirse, pasear, tender la ropa, ir a misa…). ¡Ay! ¡Falsas apariencias o miopes percepciones…! Porque la ciudad esconde – sí, intencionalmente-, varias ciudades en sí misma, principalmente según la renta per cápita de la ciudadana que la habita y la propiedad del terreno o inmueble que consideremos.
Así que usted ya habrá visto que la ciudad no es igual en todas sus partes dando un paseo entre el barrio rico y el suburbio. A veces se pasa de uno a otro casi sin solución de continuidad…
No corra tanto, fíjese un poco, encontrará siempre algún tipo de linde o barrera de espíritu francamente masculino (dominador, territorial): una enorme tapia, la vía de un tren, una carretera de circunvalación…
El propio urbanismo ya nos aboga, en el concepto contemporáneo de ciudad, al individualismo, relegando a lo anecdótico y turístico el ágora como lugar de encuentro: la plaza, foco de socialización y creación de sabiduría y acción política.
O impidiendo directamente un estilo y cultura de vida en común, propiciable con manzanas comunitarias que incluyeran ámbitos familiares privados y ámbitos comunes (cocinas, comedor, salones, espacios para la infancia…). Álcese el run rún (que canta Nacho Vegas) así en la tierra como en el cielo.
Y ahora fíjese también en cada rinconcito de un barrio burgués o rico.
¿Ha visto esos bancos con reposabrazos que no dejan tumbarse?
¿Esos elementos aparentemente ornamentales que sin embargo pretenden evitar que las personas sin hogar construyan allí lo más parecido al suyo?
La arquitectura contra los pobres se ha abierto paso con decisión, bajo excusas variopintas y falsa piel de cordero.
Reto a quien tenga ganas de jugar y denunciar, a mandar fotos al FB de Natu de esas instalaciones urbanas anti-vida, anti-personas sin hogar, anti-comunidad. Y otras dando usos alternativos, positivos y socialmente constructivos a esos dichosos elementos que pretenden destruir ciudad, destruir ecosistema, destruir comunidad.
Y de paso abrimos más los ojos (y el corazón) a todos los matices de la ciudad, con el compromiso de lograr una ciudad acogedora.
Aracena, 18 de septiembre de 2018